Por la mañana temprano, frente a la computadora y con un taza de café en la mano, el mundo parece abrirse en múltiples posibilidades, el cuerpo responde descansado, y el día se anticipa nuevo, pleno y amable.
Pero Virginia Woolf describe mejor esa felicidad particular de algunas mañanas:
Pero Virginia Woolf describe mejor esa felicidad particular de algunas mañanas:
"El alba, aún cuando es fría y melancólica, siempre me atraviesa las extremidades como flechas de hielo acerado y brillante. Abro las gruesas cortinas y busco en el cielo ese primer resplandor que anuncia el estallido de la vida. Y con la mejila apoyada contra el cristal de la ventana, me gusta imaginar que estoy empujando con todas mis fuerzas la sólida muralla del tiempo que no deja de crecer en altura y de inundarnos con nuevos espacios de vida. ¡Ojalá me fuese dado saborear el momento antes de que se extienda sobre el resto del mundo! Dejadme saborear lo más nuevo y lo más fresco". (V. Woolf, "El diario de Joan Martyn", Cuentos completos)
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