viernes, 27 de febrero de 2009

Exploraciones

Esto me ha pasado ya otras veces.
En algún momento hay que aprender cosas nuevas.
Tengo que comprar mi casa, hay que llevar a cabo un trámite complicado, alguien se enferma...
De pronto, me enfrento a cosas que no estaba buscando aprender y a las que el mundo me arroja bastante abruptamente.
Así que abandono las artesanías, el estudio, la literatura, la familia, los amigos, las visitas, el campo.
Todo lo dejo, para salir a averiguar cosas nuevas sobre el modo en que funcionan otras porciones del mundo.
Y aunque extraño mi vida, aunque a veces me angustio, me entristezco, o me asusto.
Aunque no soy especialmente feliz en esos momentos.
Pese a todo alguna parte mía se alegra, solo por el hecho de estar aprendiendo cosas nuevas.
Quizás no las que esperaba pero, sin duda, cosas que me hacen más adulta.
Es una gran ventaja, creo, poder preservar (casi) siempre ese mínimo espacio de disfrute.



domingo, 22 de febrero de 2009

El plan


Lunes y Martes en el campo
aunque sea comienzo de semana.
aunque quede tanto trabajo pendiente.
Hacer lo que nunca se hace,
dejarlo todo a un lado
y disfrutar un poco
del agua,
el viento,
los colores.

viernes, 20 de febrero de 2009

Not good

Pocas tristezas como la de observar a tanta gente mezquina y asustada
dañando a otros y quebrando toda regla,
sólo por el temor de perder (o el ansia de obtener)
una minúscula y escuálida
ración de poder.

lunes, 16 de febrero de 2009

Quién era?

La pregunta me persigue últimamente.
Quién era yo hace veinte años, hace diez, hace cinco?

Mi memoria ya no es la misma. Antes lo recordaba todo.
Pero ahora me encuentro, de pronto, con que he olvidado el nombre de lugares y personas, a dónde pasé las vacaciones hace cinco años, qué hacia por las tardes algunos inviernos, etc.
Quizás solo tengámos un espácio mnémico limitado y los recuerdos recientes estén empujando afuera a algunos de los más viejos...

Sea como sea me niego- no se bien por qué pero me niego- a quedarme, como tantas personas, repitiendo el mismo puñado de anécdotas archisabidas.

Por suerte, allí donde la memoria falla están los cuadernos. Parece que de niña y de adolescente tenía mucho tiempo libre y me dedicaba a dejar constancia escrita de todo lo que me pasaba (la mayor parte ocurrìa adentro de mi cabeza y no fuera de ella, pero esa es otra cuestión). Así es que he pasado cada hora libre de los últimos dos días, leyendo mi propia historia.
Estoy lejos de agotar el material disponible y aún no logro entender bien a la que fuí en el pasado. A veces, encuentro puntos de similitud con el presente. Allí están, desde siempre, el gusto por los libros y por las conversaciones, la soledad, la reserva y la cautela, el placer estético ante ciertas imágenes, la construcción de teorías... Muchas otras veces, en cambio, la persona que se queja o se alegra parece otra. Tiene otros amigos, otras prácticas cotidianas, otro ritmo, otros placeres, otras preocupaciones. Cambios, saltos y quiebres de todo tipo nos separan.
A veces, leyendo recupero un nombre, un fin de semana en el campo, la sensación que tuve una tarde. Otras veces, me entero de cosas que hice y dije, como si leyera una historia ajena. Acepto que estuve allí y que aquello ocurrió, porque el cuaderno lo dice. Pero nada más me indica que todo eso me pasara a mí.
Es una tarea emocionante esta de enfrentarse a la/s que era.
Quien sabe que hará mi cabeza ahora, con tanto pasado recuperado.

viernes, 13 de febrero de 2009

Los años

Le pregunto a mi mamá cómo está.
-Muy bien- me contesta. Y se la ve muy bien.
-Pero creo que estoy envejeciendo- añade sonriente. Cada vez me preocupo y angustio menos por los contratiempos sin importancia, por los enfrentamientos triviales, por las cosas mal hechas que no puedo cambiar... Aunque a la vez hay cosas que me siguen preocupando y a las que me dedico completamente. Porque si no la vida se vuelve gris, no?
La escucho y pienso en algunas de mis noches de insomnio, o en algunas de mis tardes de migraña. En lo difícil que me resulta a veces tomar distancia, elegir las tareas, las personas y los compromisos que importan, y dejar el resto de lado. En las (muchas) veces que me descubro tratando de hacerlo todo, cuidarlo todo, poderlo todo.
Pienso también en tantas personas que conozco que con el tiempo se han vuelto cada vez más quejosas, más irritables, más opacas y oscuras, e hipotetizo- en contra del diagnóstico materno- que no toda vejez viene acompañada de la tranquilidad alegre de la que ella me habla.
Pero, concluyo optimista, si he heredado los genes relevantes, quizás el paso de los años tenga algunas ventajas insospechadas.

lunes, 9 de febrero de 2009

Por allá

Los días afuera han sido distendidos y extensos.
Con horas de sueño y horas para jugar con papeles.
Horas para leer a Marai.
Horas para reirnos con D. de cuanto juego de palabra, apodo, chiste tonto, o neologismo
cruzaba nuestras cabezas divagantes.
Horas para oler a leña por la noche, y a sal y eucaliptus por la mañana.
Horas para mirar al mar y a la gente del mar, tan libre y tan tranquila.

Pero ahora hay que volver.
Y el mundo por acá también presenta, en estos días, costados disfrutables.