viernes, 27 de febrero de 2009

Exploraciones

Esto me ha pasado ya otras veces.
En algún momento hay que aprender cosas nuevas.
Tengo que comprar mi casa, hay que llevar a cabo un trámite complicado, alguien se enferma...
De pronto, me enfrento a cosas que no estaba buscando aprender y a las que el mundo me arroja bastante abruptamente.
Así que abandono las artesanías, el estudio, la literatura, la familia, los amigos, las visitas, el campo.
Todo lo dejo, para salir a averiguar cosas nuevas sobre el modo en que funcionan otras porciones del mundo.
Y aunque extraño mi vida, aunque a veces me angustio, me entristezco, o me asusto.
Aunque no soy especialmente feliz en esos momentos.
Pese a todo alguna parte mía se alegra, solo por el hecho de estar aprendiendo cosas nuevas.
Quizás no las que esperaba pero, sin duda, cosas que me hacen más adulta.
Es una gran ventaja, creo, poder preservar (casi) siempre ese mínimo espacio de disfrute.



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