domingo, 11 de enero de 2009

Señales del verano

Al menos por acá estamos en verano. Un verano insistente y caluroso.
Pero no basta con estar en verano. Para disfrutar el verano hay buscarlo, hay que instalarse, acomodarse y expandirse en él.
Así que, aunque aún me queden unas semanas en la ciudad, con horas de trabajo ineludibles y varias obligaciones tediosas (aunque, quien sabe, quizás postergables), empiezo a armar la lista con las actividades veraniegas que pienso cumplir en el próximo mes:
- Visitar el río durante el día y cenar por la noche alguna comida a la parrilla, en la galería de una casa de campo, con amigos.
- Cada vez que pueda, escaparme de la computadora y nadar en la pileta.
- Caminar por el parque al atardecer.
- Retornar a una (mini) rutina de yoga matutina.
- Preparar licuados, jugos, ensaladas de frutas y ensaladas verdes.
- Salir por la tarde, sentarnos con D. en algún bar con patio y tomar un jugo, una cerveza o- si el tiempo lo permite- el famoso café.
- Visitar cuanta feria y casa de artesanías tenga cerca.
- Comprar un vestido de verano. Y usarlo.
- Leer literatura y ver cine, por la noche, fingiendo que estoy de vacaciones absolutas y que no queda nada por preocuparse, nada por arreglar, nada pero nada más que hacer.

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