viernes, 30 de enero de 2009

Un viaje, un mar

Fotografía de Lena Corwin


Al fin,
después de mucho, mucho,
mucho trabajo,
mañana partimos para el mar.
Una semana de mar uruguayo,
unos libros, el viento de la playa
y, para citarla a ella:
"that beautiful detachment that comes from travel"

domingo, 25 de enero de 2009

The old ladies

En mi familia hay muchas mujeres mayores. Tengo abuelas, tías abuelas y abuelas adoptivas todas de más de ochenta años. De distintas maneras estas mujeres y yo nos entendemos. Tanto que, a menudo, nos invitan con D. a comer a su casa, o a tomar el té. Nos traen bocaditos y tortas de regalo. Me tejen un chaleco o una cartera. O, incluso, me dejan algún saco de ellas que ya no usan para que forme parte de mi vestuario (se ve mejor de lo que suena: mis abuelas tienen muy buen gusto). Pero quizás la práctica más extraña, y al que ha despertado mayor entusiasmo, es la de traerme materiales diversos ("basura" dicen algunas personas poco comprensivas) para mis ratos de artesana. Así que ahora, semanalmente, ellas y sus amigas me alcanzan tapas de frascos de dulces y de botellas, papelitos y sobres, para que los convierta en nuevos objetos.
D. insiste en que hacen todo eso porque soy la "nieta favorita". Puede ser. Pero yo tengo otra hipótesis: creo que me dan esas cosas porque saben que las aprecio. Y porque ellas las aprecian. Porque forman parte de una generación que usaba cosas hechas a mano, que que compraba pocas cosas, las cuidaba y las reutilizaba. Y disfutan al ver que algo de esa forma de vida se recupera en la mía.

jueves, 22 de enero de 2009

Pero qué?

Algo. Un vacío. Un hueco.
Cierta ansiedad que el verano
No logra calmar
Habita
Estas noches conmigo.

domingo, 18 de enero de 2009

Relato ecológico

Estamos en una sobremesa de familia y pregunto, como al pasar, si nadie tiene una cafetera de sobra que me obsequie.
Mi hermana me mira entonces y me dice: La estás pidiendo para no comprar algo que no hace falta...? Y su voz lo dice todo. En los últimos años, calentamiento global y lectura de blogs ecologistas mediante, mis tendencias anti-consumistas se han ido acentuando. Pero esa no parece ser la inclinación de los que me rodean y, aunque no dicen nada al respecto, sospecho que muchas de mis prácticas recientes les parecen excéntricas y/o ridículas. De todos modos, es cierto. Pregunto si tienen una cafetera de más, no para ahorrarme el dinero, sino para evitar comprar algo nuevo que no hace falta. Y eso respondo a desgana, esperando se rían un poco o me reprochen por tacaña.
Pero entonces el novio de mi hermana, por lo general callado, acota: - Yo pienso lo mismo. Para qué comprar lo que no hace falta? Y agrega:- yo vivo apagando las luces de casa, aún cuando el resto se queja y nadie entiende que no es por gastar, es porque se está calentando el mundo...
Es difícil explicar la alegría de ese mínimo intercambio. Saber que, otra persona muy distinta a mí, mucho más joven, con otra vida y otras prácticas, también se preocupa por cuidar un poco más lo que consume y lo que gasta. Saber que hay otros, aunque no sean tantos, intentando hacer de un modo distinto las cosas.

sábado, 17 de enero de 2009

Receta

"Flower" de Natsumi Nishizumi

Si el verano la atrapa con sus encantos y usted quiere dejarse caer en él
pero, por eso de querer siempre abarcarlo todo, ya se comprometió con un proyecto laboral extra de exigencia considerable...
Entonces, la única solución parece ser la siguiente: trabáje poco, pero trabáje.
Sea constante, siéntese todos los días un par de horas frente a la computadora
y escriba cierta cantidad de palabras. No importa demasiado cuales. Después se revisa.
Después se mejora. Tenga confianza en la inspiración futura.
Recuérdese, como una niña, que después de comer la comida sana hay postre.
Y apenas llegue al número estipulado de palabras, apague la máquina
y salga a vivir un poco en el cálido mundo externo.
Equilibre y compense. Mida fuerzas.
Viva al día.
No es bueno agotarse en vacaciones.

jueves, 15 de enero de 2009

Las dos caras

He aquí el verano en puertas y los vestidos del verano.
Las posibilidades de viaje y de disfrute.
De crecimiento, de expansión y de descanso.
El despliegue de comidas, de paisajes, de hobbies.
Todas las formas de ser liviano y felíz en la superficie.

Pero está también la cara oscura. Y basta una de sus formas
-esta vez la del chico que pide monedas en la parada del colectivo-
para sentir que la realidad es otra.
Y que debiéramos salir a ella de algún modo.
Pero cómo?

domingo, 11 de enero de 2009

Señales del verano

Al menos por acá estamos en verano. Un verano insistente y caluroso.
Pero no basta con estar en verano. Para disfrutar el verano hay buscarlo, hay que instalarse, acomodarse y expandirse en él.
Así que, aunque aún me queden unas semanas en la ciudad, con horas de trabajo ineludibles y varias obligaciones tediosas (aunque, quien sabe, quizás postergables), empiezo a armar la lista con las actividades veraniegas que pienso cumplir en el próximo mes:
- Visitar el río durante el día y cenar por la noche alguna comida a la parrilla, en la galería de una casa de campo, con amigos.
- Cada vez que pueda, escaparme de la computadora y nadar en la pileta.
- Caminar por el parque al atardecer.
- Retornar a una (mini) rutina de yoga matutina.
- Preparar licuados, jugos, ensaladas de frutas y ensaladas verdes.
- Salir por la tarde, sentarnos con D. en algún bar con patio y tomar un jugo, una cerveza o- si el tiempo lo permite- el famoso café.
- Visitar cuanta feria y casa de artesanías tenga cerca.
- Comprar un vestido de verano. Y usarlo.
- Leer literatura y ver cine, por la noche, fingiendo que estoy de vacaciones absolutas y que no queda nada por preocuparse, nada por arreglar, nada pero nada más que hacer.

miércoles, 7 de enero de 2009

Razones para la escritura

Esta es una idea vieja, algo que sé hace años. Cuando escribo, sea lo que sea que escriba- desde mis actuales textos académicos y posts en este blog, hasta mis viejos intentos de poemas y relatos adolescentes- la razón es siempre la misma: hay algo que necesito leer, algo que tengo que ver afuera, objetivado en papel (¿para pensarlo mejor? ¿para poder volver sobre ello más tarde?), pero no lo encuentro escrito por ningún otro. No escribo porque crea ser la mejor para llevar a cabo esa tarea (conozco bastante bien mis limitaciones al respecto). Citando a D. que comparte mis motivaciones en relación con este punto, escribo sobre algún tema específico porque "si no lo hago yo parece que no lo quiere hacer nadie".

viernes, 2 de enero de 2009

Mundos

Algunas de las personas más interesantes que he conocido este año son personas que no he visto, ni he escuchado. Leer lo que escriben en sus blogs me ha ayudado, sin embargo, a recuperar y expandir intereses viejos, maneras distintas de ver y pensar las cosas que, por alguna razón, estaban ausentes de muchos de mis vínculos cotidianos.
Tan usuales se han vuelto esos cambios que ahora me detengo, casi sin darme cuenta, en medio de una conversación con amigas que sigue un curso y un ritmo más o menos usual y, cuando me preguntan en que estoy pensando, les hablo acerca de esos temas sobre los que leo y escribo. Les digo que pienso en cuáles son las consecuencias de ser una persona adulta, o en cómo impactan en la felicidad los estímulos diarios, o en lo importante que me parece ahora detenerme en los que estoy haciendo, atender y disfrutar: el sonido de la lluvia en el techo, el viento fresco que interrumpe el verano, el sabor del café. Y entonces ocurre algo extraño. Mis amigas se entusiasman, se enderezan en sus sillas y empiezan a contar como ellas han estado pensando también en cosas parecidas. Y la conversación se vuelve muchos más interesante.
Todo porque, sin saberlo, el mundo virtual y el mundo de la vida diaria, el de las personas próximas y el de las distantes, han entrado en contacto.