En el verano, cuando todo está en calma y los días alcanzan para pensar cosas nuevas,
suelo sentirme inquieta y comienzo a diseñar planes arriesgados.
Como el de ir a una universidad desconocida a presentar alguna de mis ideas- que nunca están listas pero que, me parece en el verano, ya habrá suficiente tiempo para pulir y corregir- ante un grupo de desconocidos.
En el verano me siento ilimitada, temeraria, lista para probar otros mundos.
En el otoño se aproxima el momento de pagar mis deudas. Y me vuelvo nerviosa y temerosa.
Y me pregunto por qué no habré elegido una vida más tranquila, en la que haya tiempo para plantar hierbas aromáticas en macetas, ver muchas películas, mantener la casa linda y limpia, charlar con los amigos y tomar enormes cantidades de té.
suelo sentirme inquieta y comienzo a diseñar planes arriesgados.
Como el de ir a una universidad desconocida a presentar alguna de mis ideas- que nunca están listas pero que, me parece en el verano, ya habrá suficiente tiempo para pulir y corregir- ante un grupo de desconocidos.
En el verano me siento ilimitada, temeraria, lista para probar otros mundos.
En el otoño se aproxima el momento de pagar mis deudas. Y me vuelvo nerviosa y temerosa.
Y me pregunto por qué no habré elegido una vida más tranquila, en la que haya tiempo para plantar hierbas aromáticas en macetas, ver muchas películas, mantener la casa linda y limpia, charlar con los amigos y tomar enormes cantidades de té.
2 comentarios:
La misión es, que todos los meses sean verano y sin importar qué época llegue ni qué compromisos se aparezcan, tú seas uma-verano, siempre.
Gracias! Ese es un buen modo de señalar lo que tengo que intentar consevar...Por suerte, desde que escribí el post hasta hoy he mejorado en esto de tratar de conservar el entusiasmo del verano!
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