miércoles, 29 de septiembre de 2010

La vida onírica

Pero es que los sueños a veces, intempestivamente, vienen y nos cambian de tema.
Nos hablan de otra cosa.
Nos indican lo que podríamos ser si varias vidas fueran posibles a un tiempo.
Nos señalan a quienes extrañamos, aunque nos cueste confesarlo, siquiera a nosotros mismos, siquiera de modo mudo.
Nos indican a dónde han quedado posibilidades irresueltas. Nudos interesantes. Saltos que podrían darse. Viajes que podrían emprenderse.

Claro que a veces no es posible. Claro que vivir esas vidas supondría dejar la nuestra, la propia, la actual. Y no queremos dejarla.
Pero hay al menos un costado del sueño que no debiéramos de lado por miedo, o pereza: el autoconocimiento.
Saber cuántas otras somos en el espacio onírico. Cuantas otras seríamos. Aunque no hay tiempo, ni modo diurno, de darles curso a todas.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Límites

No es fácil a veces. Uno no querría lastimar a nadie, ni desatenderlos, pero la vida propia necesita imponerse. Y se vuelve urgente defender los propios gustos y los propios tiempos.
Decirle a los que siempre cuidamos que es hora de que ganen cierta autonomía.
Decirle a los que nos cuidan que necesitamos más autonomía. Que estos son nuestros espacios y nuestras formas. No las suyas.
El problema es que queremos a los que cuidamos y a los que nos cuidan. Y que ellos nos quieren. Parece más simple a veces, por ello, darles lo que nos piden.
Pero eso implica guardar la vida propia para los momentos en que se hayan ido.
Mejor separarse antes, aunque duela un poco.
Y expandirse nuevamente en la distancia.




viernes, 3 de septiembre de 2010

Casa de juegos


Forest tearoom de Ana Emilia


Una casa en un jardín para jugar con una niña que aún no ha nacido,
en un invierno de algún año futuro.

¿Cómo explicar todo lo que estos dibujos evocan?