Nos hemos instalado en la montaña.
Donde comemos ñoquis de semola, en un salón de campo, de noche y con tormenta.
Donde recupero el contacto con el aire y con el agua.
Donde inventamos con D. poesías inverosímiles antes de dormir.
Donde escribo muy poco y pienso muy poco.
Y me aferro a los poco días de vacaciones que aún quedan,
como niña que cuenta las golosinas restantes.
4 comentarios:
Lo que escribis siempre tiene una calidez increíble.
Un abrazo,
Oso
Ah...se antoja respirar aire de las montañas. Llena tus pulmones, tus ojos y tu espíritu.
Llena, también, un frasquito de reserva para casos de emergencia.
Oso Alado: Gracias por el comentario! Escribo casi sin pensar, para guardar algún registro de lo que pasa...Me alegra que te guste.
Mar adentro: El aire acá es increíble. Creo que tengo que probar lo del frasquito de reserva ahora que el retorno a la ciudad se acerca!
Oso Alado: Gracias por el comentario! Escribo casi sin pensar, para guardar algún registro de lo que pasa...Me alegra que te guste.
Mar adentro: El aire acá es increíble. Creo que tengo que probar lo del frasquito de reserva ahora que el retorno a la ciudad se acerca!
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