Las cosas son así: D. se va y, por alguna razón, me desordeno.
Desayuno un vaso de agua y una galleta.
Dejo la ropa tirada.
Corro a la parada del colectivo. Llego tarde a clases.
Trabajo hasta tarde. Termino proyectos.
Hablo horas por teléfono con amigas.
Veo películas inverosímiles.
Recuerdo que tengo que cenar cerca de medianoche,
bajo a la cocina, prendo la hornalla para preparar fideos,
coloco una pava encima de la hornalla en lugar de la olla con agua y sal.
Advierto el error y me corrijo.
La soledad me gusta.
Disfruto del silencio, de este andar ensimismada de un cuarto a otro.
Disfruto el degustar callada los estímulos del día.
Pero no me gusta comer y dormir sola.
No me gusta seguir con los rituales cotidianos sola.
Tardo en dormirme por las noches
y me despierto temprano
recordando invariablemente algún sueño poco apacible.
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