Alguna vez, en los años en los que decidía mi carrera, opté por los libros, las palabras, las aulas, las ideas, los papeles, las horas frente a la computadora.
Una buena opción sin duda. No me imagino sin ellos.
Pero otro mundo, el no elegido, me acompaña desde niña como corriente subterránea.
El de las imágenes, las telas, las cuentas, los colores, los dibujos, los materiales que se reutilizan, los bocetos, las maquetas, los diseños.
Y, cuando por una razón u otra, el mundo elegido se impone en demasía durante la vida diaria, el subterraneo invade los sueños..
Los sueños de artesanías, según los etiqueté hace mucho.
Varían. En algunos paseo por una feria de artesanos, dispersa en una montaña; en otro, visito una casa donde venden collares frente al mar. En el de anoche, una mujer desconocida, giraba su cabeza y yo veía que llevaba un enorme botón de madera oscura como adorno. En todos recurre, sin embargo, la contemplación de objetos imaginarios, inventados por mí durante el sueño.
En la vida diaria escribo y pienso (casi siempre en ese orden). En la vida onírica diseño objetos.
Una buena opción sin duda. No me imagino sin ellos.
Pero otro mundo, el no elegido, me acompaña desde niña como corriente subterránea.
El de las imágenes, las telas, las cuentas, los colores, los dibujos, los materiales que se reutilizan, los bocetos, las maquetas, los diseños.
Y, cuando por una razón u otra, el mundo elegido se impone en demasía durante la vida diaria, el subterraneo invade los sueños..
Los sueños de artesanías, según los etiqueté hace mucho.
Varían. En algunos paseo por una feria de artesanos, dispersa en una montaña; en otro, visito una casa donde venden collares frente al mar. En el de anoche, una mujer desconocida, giraba su cabeza y yo veía que llevaba un enorme botón de madera oscura como adorno. En todos recurre, sin embargo, la contemplación de objetos imaginarios, inventados por mí durante el sueño.
En la vida diaria escribo y pienso (casi siempre en ese orden). En la vida onírica diseño objetos.
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