Primero: volver a identificar los anhelos, los temores, los rechazos, los cansancios, los deseos.
Lo que quiero: Más tiempo con la bebé y con D; más noches en la montaña y en el mar, en invierno y en verano; más libros, bien elegidos; más oportunidades de conocer, discutir y aprender de la gente que leo; más de ese crecimiento intelectual repentino, fébril y a saltos.
Lo que no: el pequeño mundo de suceptibilidades e intrigas que son a veces las instituciones; el encierro cotidiano y el temor que suele generarlo; la eterna burocracia, las tareas sin sentidos, las disputas por pequeños poderes.
¿Y luego qué?
Buscar, de algún modo concreto, tener más de eso que queremos.
Buscar, de algún modo concreto, tener menos de eso que no queremos.
Como quien selecciona pocas cosas para un viaje y deja, alegremente, muchas otras de lado.
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